Los wixaritari
Los wirraritari, también conocidos como huicholes, habitan
la Sierra Madre Occidental, paralela al litoral mexicano del Océano Pacífico.
Esta sierra está formada por un conjunto de cadenas montañosas, separadas por
angostos valles y barrancos. A la altura del estado de Nayarit, un eje
volcánico la corta transversalmente, complicándo aún más la orografía y
produciendo un intrincado laberinto de montañas. Al oeste de la sierra se
encuentra el litoral, formado por llanuras tropicales. Al este, se extiende un
vasto desierto.
El territorio wirrárika se ubica principalmente en los
estados mexicanos de Jalisco, Nayarit,
Zacatecas
y parte de Durango. En el estado de Jalisco habitan tres Comunidades:
San Andrés Cohamiata (Tateikie), Santa Catarina Cuexcomatitián (Tuapurie), y
San Sebastián Teponahuaxtlán (Wautia). En el estado de Nayarit, se encuentra la
Comunidad de Guadalupe Ocotán, (Xatsitsarie).
Cuando se establecieron los límites políticos entre Nayarit
y Jalisco en 1917 no se tomó en cuenta la unidad otorgada a los asentamientos
wirraritari. Por esta razón tres de las Comunidades se encuentran en Jalisco y
una en Nayarit.
Los wirraritari se autodenominan wirrárika, “la gente”. Su lengua pertenece a la familia
yuto-azteca, emparentada con la de sus vecinos coras y tepehuanos, y con las de
otros pueblos del suroeste de Estados Unidos, como los pima, los pápago, los
yaqui, y los pueblo. El cora y el huichol forman un subgrupo dentro del grupo
sonorense de la rama meridional. Los wirraritari, para designar a su propia
lengua utilizan la expresión “tewi niukiyari”, que significa “palabras de la
gente”. La lengua wirrárika contiene importantes préstamos del náhuatl y del
español.
En todo México viven 11.363 personas que hablan la lengua
wirrárika. 10.605 de ellas residen en el territorio propiamente wirrárika, (la Sierra Madre
Occidental y zona costera de Nayarit). 8.697
de estas personas son mayores de cinco años, y un 50% son mujeres. Un 9%
de los hombres habla solamente la lengua wirrárika, mientras que ese porcentaje
es del 13% en el caso de las mujeres.
En la época prehispánica, los wirraritari habitaban
en la mítica región de Caxcana, que se extendía por la costa del Pacífico,
entre Nayarit y Sinaloa. Su presencia constatada en la Sierra Madre
Occidental se remonta al año 200 d.C., y se cree que descienden de grupos
seminómadas provenientes del noroeste del continente americano. Su sistema de
organización social recuerda mucho más al de confederación de tribus que
existió en norteamérica antes de la llegada de los europeos, que al de los de
los imperios mesoamericanos maya y azteca.
La utilización ritual del peyote es un hecho
cultural compartido entre los wirraritari y algunos pueblos indígenas
norteamericanos, como los Navajos, o los Lakotas. Entre éstos últimos ésta
tradición se ha mantenido durante el último siglo, creando la Iglesia Nativa
Norteamericana. Los descubrimientos
arqueológicos han revelado la presencia de botones de peyote que tienen más de
cuatro mil años, en refugios de piedra y cuevas de Texas.
Según testimonios etnográficos y arqueológicos, los wirraritari recibieron también una marcada influencia tolteca. La historia ubica a los toltecas en el periodo que va del siglo IX al XII. Hacia finales del S. XII, la ciudad de Tula fue abandonada y los toltecas se desintegraron, dispersándose por diferentes regiones de Mesoamérica. A partir del S. XII, por influencia tolteca, los mayas alcanzaron la cumbre de su civilización. También de población básicamente tolteca se fundó la ciudad de Aztlán, de donde proceden las doce tribus que fundaron México Tenochticlán, dando origen al pueblo azteca. Un tercer grupo procedente de la antigua Tula se asentó en las inmediaciones de Nayarit y Sinaloa, fusionándose con los wirraritari.
Según testimonios etnográficos y arqueológicos, los wirraritari recibieron también una marcada influencia tolteca. La historia ubica a los toltecas en el periodo que va del siglo IX al XII. Hacia finales del S. XII, la ciudad de Tula fue abandonada y los toltecas se desintegraron, dispersándose por diferentes regiones de Mesoamérica. A partir del S. XII, por influencia tolteca, los mayas alcanzaron la cumbre de su civilización. También de población básicamente tolteca se fundó la ciudad de Aztlán, de donde proceden las doce tribus que fundaron México Tenochticlán, dando origen al pueblo azteca. Un tercer grupo procedente de la antigua Tula se asentó en las inmediaciones de Nayarit y Sinaloa, fusionándose con los wirraritari.
Al parecer, el pueblo wirrárika mantuvo una vida
independiente de los grandes imperios prehispánicos. El nombre “huichol” les
fue dado de forma despectiva por los aztecas antes de la conquista española.
Durante el periodo dela Conquista , las
tropas españolas que incursionaron en el territorio wirrárica estuvieron
comandadas por Nuño de Guzmán, quien atravesó el estado de Nayarit en su
recorrido hacia el noroeste, dejando a su paso una estela de destrucción. A
pesar de ello, la sierra nunca fue conquistada.
Durante el periodo de
Los wirraritari se
replegaron sierra arriba, lo que fue otro factor más determinante para su
aislamiento, y para su fuerte resistencia cultural . Los alrededores de la Sierra Madre Occidental se
poblaron durante la última década del siglo XVI y principios del XVII. Los
pueblos de Colotlán, Mezquitic, Huajimic, Huejuquilla y Tenzompa fueron
fundados por los españoles al pié de la sierra, como fronteras para delimitar
el territorio conquistado.
En el S. XVII, algunos misioneros jesuitas llevaron a cabo
intentos de evangelización, pero los wirraritari opusieron una férrea
resistencia a la penetración del Cristianismo. En el siglo XVIII los
franciscanos llevaron a cabo nuevos intentos, con resultados parecidos.
Tras la Independencia Mexicana, la sierra fue escenario de una reorganización en la distribución de la tierra, debido a las leyes de desamortización. La rebelión de Manuel Lozada, el “Tigre de Álica”, recibió el apoyo de algunos wirraritari. En 1887 el gobierno porfirista intentó nuevamente deslindar las tierras, lo que provocó enfrentamientos entre las propias comunidades.La Revolución
trajo un periodo de violencia a la sierra, que fue escenario del paso de
distintos grupos armados. Aunque los wirraritari no se aliaron a ningún bando
en particular, la situación se tornó caótica.
Tras la Independencia Mexicana, la sierra fue escenario de una reorganización en la distribución de la tierra, debido a las leyes de desamortización. La rebelión de Manuel Lozada, el “Tigre de Álica”, recibió el apoyo de algunos wirraritari. En 1887 el gobierno porfirista intentó nuevamente deslindar las tierras, lo que provocó enfrentamientos entre las propias comunidades.
Retirados a sus montañas inaccesibles, los wirraritari han
conservado hasta nuestros días intactas sus creencias y tradiciones. Durante la última década del S. XX, el etnólogo danés Carl Lumholtz se adentró en la sierra y realizó los primeros estudios etnográficos sobre los wirraritari. Ningún antropólogo pudo asistir a su ceremonia de peyote hasta 1.960.
Actualmente, siguen defendiendo sus tierras de las constantes invasiones de los mestizos, quienes ejercen una fuerte presión para apoderarse de los recursos de su territorio. De los 56 grupos indígenas que hoy día viven en México ninguno ha logrado mantener con mayor pureza sus costumbres e ideología.
Actualmente, siguen defendiendo sus tierras de las constantes invasiones de los mestizos, quienes ejercen una fuerte presión para apoderarse de los recursos de su territorio. De los 56 grupos indígenas que hoy día viven en México ninguno ha logrado mantener con mayor pureza sus costumbres e ideología.
El gobierno Wirrárika constituye un ejemplo de
flexibilidad, disciplina, tolerancia y apertura a los otros, al mismo tiempo
que de fidelidad a lo propio. Muchos wirraritari opinan que cuando los mestizos
llegan a sus tierras, ofreciéndoles mejoras de todo tipo, “es porque quieren
algo”. Sin embargo, han comprendido que el gobierno y sus leyes les abren
posibilidades de obtener justicia y respeto ante las transgresiones, abusos e
invasiones.
Han logrado conjuntar la forma de pensar de
dos mundos distintos, que por necesidad se vuelven complementarias: la lógica
del gobierno, que les permite relacionarse con el resto de la nación mexicana,
y su organización tradicional.
En la base de su sistema de organización tradicional siempre
está la comunidad entera, que opina y participa de manera constante, asumiendo
como propias las responsabilidades de impartir justicia y de gobernar. En
cuanto a sus leyes, están contenidas en “El Costumbre”, son explícitas,
conocidas por todos y se transmiten oralmente de generación en generación.
Por otra parte, en la legislación nacional, contenida en las
Constituciones estatal y nacional, existen acuerdos puntuales, que permiten a
los wirraritari, así como a los coras y tepehuanos de Jalisco y Nayarit, tener
ciertos permisos especiales, como el de portar armas para la cacería del venado
y el de llevar con ellos peyote para las ceremonias rituales.
Los wirraritari poseen instituciones coordinadas con los
organismos oficiales de la república mexicana. Pero también tienen otras que se
ocupan exclusivamente de asuntos propios de su tradición, con unos objetivos y
metodología completamente ajenos a los de los organismos oficiales.
Consejo de Ancianos
Es la máxima autoridad wirrárika. Sus miembros discuten y
deciden sobre los asuntos públicos, (la economía, el gobierno, la
administración, la transmisión de la cultura, la educación o los niños), desde
el prisma de lo sagrado.
Se reúne cada tres meses al aire
libre, rotando el lugar de la comunidad donde se celebra la reunión. Está
compuesto por hombres y mujeres de avanzada edad, aunque en algún caso especial
se ha elegido a personas de mediana edad, que destacaron por su sabiduría e
impecabilidad y por su trayectoria personal. Los miembros del Consejo de
Ancianos a menudo han desempeñado otros cargos públicos. Pertenecen a éste
organismo todas las personas que han desempeñado o desempeñan los cargos de
Gobernador, Comisariado de Tierras Comunales, y los cuatro jefes Jicareros del
Centro Ceremonial.
Ser miembro del Consejo de Ancianos es un cargo vitalicio.
En el año 2.005 el número de miembros era de 64 personas, en 2.010, de 90
personas. En 2.012, la cantidad de miembros se ha fijado en unos 100. Cada año
los Kawiteros eligen unas 8 o 10 nuevas personas que se unen al Consejo de Ancianos.
Kawiteros
Son los encargados de soñar cuales son las personas idóneas
para desempeñar los principales cargos públicos. Todos ellos se reúnen para
compartir y analizar sus sueños, y forman parte del Consejo de Ancianos.
Tatohuani
Existe un espacio público conocido como “gubernancia”. Está
presidido por un Gobernador Tradicional, que, siguiendo la etimología náhuatl, se llama
Tatohuaní. Su función es velar por la tranquilidad de su gubernancia y fomentar
la convivencia. Cuando surge alguna disputa, funciona como árbitro, facilitando
los entendimientos y acuerdos.
El Tatohuani atiende las relaciones de su comunidad con el
exterior, lo que siempre ha significado la defensa de la integridad del pueblo
wirrárika ante invasiones y abusos de todo tipo. En 2.009, los wirraritari
frenaron el intento de la Administración Central de construir una carretera
atravesando su territorio. Desde 2.010, las tres comunidades wirraritari unidas luchan contra las
concesiones que el gobierno mexicano ha otorgado a compañías mineras canadienses, en gran parte del desierto de Wiricuta.
El Gobernador Tradicional es una figura reconocida por los usos
que dicta el Costumbre y también por los sistemas del Gobierno Central. Su poder proviene de un acuerdo social, pero también llega desde la dimensión
de lo sagrado. Recibe su poder del Padre Sol, a través de Itzí, su
Vara de Mando.
El Tatohuani debe reunir características singulares. Tiene
que conocer las tradiciones que constituyen el Costumbre, y debe distinguirse por su
dedicación, por la confianza que inspira y por el respeto que le otorga la
comunidad. Debe tener solvencia económica, ya que no recibe salario alguno por
su trabajo. También necesita tener facultades para la oratoria (una característica
altamente valorada en ésta cultura, eminentemente oral), así como saber escuchar, tener
buen carácter y poseer experiencia en la vida comunitaria. Para ser gobernador
es necesario haber trabajado antes en otros siete cargos gubernamentales,
permaneciendo un año en cada uno de ellos.
Tupil
Tupil
Es un agente de policía local. Como cualquier wirrárica que
desempeña algún cargo, es portador de un bastón de Palo de Brasil que se
considera “su arma”, aunque el significado de ésta palabra es diferente que el
que le otorga la cultura occidental, cuando entrega a los policías sus porras o
pistolas. Los wirraritari consideran que los bastones de mando poseen poder,
por lo que infunden respeto.
Las funciones de los tupiles son similares a
las de nuestros policías: mantener el orden público, y detener a los
transgresores, que en ocasiones pasan un tiempo en prisión, o “cepo”. Allí se
sujetan los pies de los detenidos entre dos grandes maderos con un hoyo en el
centro, para que no puedan escapar. Durante los días que permanecen en el
“cepo”, los presos no tienen libertad de movimientos ni siquiera para hacer sus
necesidades.
Harikate
Es un juez. Asesorado por el Consejo de Ancianos y por el Tatohuani,
resuelve algunos casos penales, como robo, adulterio, violencia doméstica, daño
a la propiedad ajena, o escándalos. Estos casos se persiguen, juzgan y
sancionan de acuerdo con el Costumbre.
Los wirraritari han establecido con el Gobierno Central
acuerdos, según los cuales, cuando las transgresiones suponen delitos
federales, como narcotráfico, homicidio, o evasión fiscal, la justicia se
imparte en vinculación con los órganos de justicia y gobierno nacionales. En
éstos casos la figura que imparte justicia es el Municipio.
Halguacil
Es el guardián de Itzí, la Vara de Mando del Gobernador, y
el único que puede tocarla. Itzí es una vara de palo de brasil de más de un
metro de altura.
Tatohuani Segundo
El Gobernador Segundo es un ayudante del Gobernador. Reúne a
las autoridades cuando tienen que trabajar juntos. No sale nunca de su
territorio. Cuando el Tathuoani tiene que asistir a reuniones en otros estados
o en la capital, el Tatohuani Segundo dirige
las reuniones, ceremonias, cacería o fiestas que deban celebrarse en ese
momento.
La Asamblea General
Es un órgano de decisión participativa. Todos los
wirraritari, hombres, mujeres y niños pueden asistir a sus reuniones. Por
votación universal, eligen cada tres años un Kiegariseyeme, (Comisariado de Bienes Comunales), un secretario y un tesorero, con sus respectivos
suplentes, que asumen la responsabilidad cuando los titulares no pueden
completar su mandato.
La Asamblea General se celebra tres veces al año, cada
cuatro meses, aunque también se pueden convocar reuniones extraordinarias. Dura
tres o cuatro días, en los que se deben analizar, discutir y solucionar todos
los asuntos pendientes:
La Asamblea General dura varios días. En ella se analizan entre todos los asistentes los pleitos
entre vecinos, a los que necesariamente debe encontrarse una solución. No se
puede terminar una Asamblea General sin arreglarlos.
Los Tukipa
Son espacios públicos al aire libre. Miden unos cinco mil metros cuadrados, y están cercados por un muro. En ocasiones se congregan en ellos unas dos mil personas. Dentro del Tukipa hay unos cuarenta pequeños templos. En cada uno de ellos se realizan ceremonias dedicadas a cada uno de los elementos en particular.
Son espacios públicos al aire libre. Miden unos cinco mil metros cuadrados, y están cercados por un muro. En ocasiones se congregan en ellos unas dos mil personas. Dentro del Tukipa hay unos cuarenta pequeños templos. En cada uno de ellos se realizan ceremonias dedicadas a cada uno de los elementos en particular.
Tuki
Es el templo principal del Tukipa. La puerta de entrada está situada hacia el oriente. Hay dos perforaciones a los lados de la entrada, que reciben los rayos del sol en los equinoccios.
Es el templo principal del Tukipa. La puerta de entrada está situada hacia el oriente. Hay dos perforaciones a los lados de la entrada, que reciben los rayos del sol en los equinoccios.
El suelo del Tuki es de tierra. Los muros son de piedra y
barro, y está cubierto con un techo cónico de paja. Su altura es de 6,40 m . y la anchura de los
muros de 30 cm .
Dentro hay dos postes de madera de pino, sujetando una viga superior, que a su
vez sostiene otras de 9 a
10 m . de
longitud.
En el suelo se colocan cinco discos de piedra llamados Tepari. Miden unos veinte centímetros
de diámetro, y se sitúan en los lugares correspondientes a los puntos cardinales.
En el centro del Tuki se mantiene una hoguera encendida de
forma permanente. Es Tatewarí, el Abuelo Fuego. Frente a Tatewarí, mirando hacia el oriente, se sientan los
cinco jefes wawaite.
Dentro del Tuki los wirraritari ocupan diferentes lugares
alrededor del muro, dependiendo del rol que desempeñan en su comunidad. Estos
lugares corresponden a las direcciones el mundo. En el poniente están las mujeres. En el
sur, se sitúan las autoridades
gubernamentales. El centro queda libre para desarrollar las actividades sagradas.
En cada Tukipa viven de forma permanente un grupo de venticinco
a cuarenta personas. Son los Wawaite, también llamados Jicareros. Cada uno de ellos encarna a uno de los elementos sagrados, y está encargado de custodiarlo y
mantenerlo.
Los Wawaite pueden ser indistintamente hombres o mujeres, y
pueden tener cualquier edad. Su cargo dura cinco años de dedicación exclusiva.
El desempeñar el cargo de Jicarero se considera una gran oportunidad para
aprender sobre los asuntos sagrados, pero también como un trabajo muy duro.
Los Wawaite son autosuficientes y tienen que gestionar su propia manutención. Además, su labor diaria es muy
exigente.
Los Wawaite deben limpiarse por medio del sacrificio,
enfrentándolo voluntariamente. Las pruebas se consideran un camino de
aprendizaje. Para muchos lo más difícil es cumplir con las reglas de
austeridad: Aguantar las noches sin dormir o “desveladas”, las danzas que a
veces duran hasta tres días seguidos, o
sufrir durante las peregrinaciones al desierto la sed, el polvo, las espinas, el calor y el
frío.
Sabemos por los informes de Fray Bernardino de Sahagún, que
los aztecas llamaban “Toltecayotl” al conjunto de ciencias y artes, y “tolteca”
al hombre de conocimiento, al sabio. Según el anti-antropólogo mexicano Víctor
Sánchez, los wirraritari comparten con los toltecas el interés por el
conocimiento, y ciertas formas específicas de buscarlo: marchas de
poder, trabajos de recapitulación, y ejercicios para parar el diálogo interno,
la descripción de sí mismo y del mundo cotidiano, con la intención de penetrar
en una realidad trascendente.
Lo cierto es que los Wawaite practican todas estas técnicas, además de algunas variantes propias.
Lo cierto es que los Wawaite practican todas estas técnicas, además de algunas variantes propias.
El Tukipa es “una universidad”, donde se puede aprender
gradualmente, de forma personalizada, hasta llegar a niveles muy profundos.
COSMOVISION
Los wirraritari, junto a los cora, son prácticamente las
únicas etnias mexicanas que cuentan con una población importante que mantiene
fuertes creencias animistas, con un arraigo religioso prehispánico y escasas
influencias del catolicismo.
Los wirraritari no contraponen sus ideas sobre los dioses a
las que tienen otros pueblos. Según ellos, todos los dioses de la tierra
nacieron de un mismo dios original, que vive con una misma fuerza, aunque con
formas y atributos diversos. “Todos tenemos un solo padre”. La fe de cada
pueblo es la que importa, la que da fuerza, forma y sentido a cada religión.
La cultura occidental, al interpretar las
religiones prehispánicas, suele caer en el error de creer que sus propias
concepciones religiosas son universales. Cuando observa que un wirrárica habla
con respeto al sol, piensa que los indígenas consideran a la tierra y el sol
como sus dioses. Sin embargo, esos “dioses” son en realidad los elementos de la
naturaleza. Son sagrados simplemente porque los wirraritari perciben el mundo
en su conjunto desde una perspectiva o dimensión sagrada, que les permite vivir
en armonía con la tierra, la enfermedad, la salud, el trabajo, la fiesta, los
nacimientos o la muerte, y sentirse en unidad con un mundo vivo y milagroso.
Cuando un occidental habla de religión, suele referirse a un
conjunto de dogmas de fé y pautas de conducta. Pero la experiencia religiosa
wirrárica no consiste en creer, sino en ver, en penetrar en otras dimensiones
de la percepción y la conciencia. Su experiencia del conocimiento se desarrolla
sin libros, ni maestros.
El antropocentrismo occidental considera a la naturaleza
como un cúmulo de recursos que sirven para satisfacer sus necesidades y deseos,
y piensa que la “adoración de la naturaleza” es una forma primitiva de
religión. Pero los wirraritari no ubican al ser humano como el rey de la
creación, ni como el más alto y desarrollado de los elementos de la naturaleza.
Es el hombre quien tiene que aprender de la naturaleza, para poder reintegrarse
y ocupar el sitio que naturalmente le corresponde en ella. Los wirraritari
representan a la energía que rige el mundo como un venado.
Los wirrritari son capaces de recibir los dones de los
elementos, porque los conocen y respetan como a seres vivos, lo que les lleva a
una actitud de reciprocidad. Los elementos son exigentes. Constantemente piden
a las personas ofrendas especiales: flechas, jícaras, estatuillas, retablos o
el sacrificio de toros o venados. Las ofrendas son una manera de comunicarse
con los elementos, para agradecer los dones recibidos, y para hacer peticiones.
Los elementos hablan a las personas a través de los sueños y les avisan de lo
que quieren. Al despertar, se debe trabajar sobre lo que pidieron.
Historia del nacimiento de los elementos
Historia del nacimiento de los elementos
Los relatos wirraritari sobre el nacimiento de los elementos
fueron revelados por éstos a los hombres. Los marakate se encargan de
relatarlos a las comunidades, para que la tradición se mantenga viva en la
mente, el corazón, las danzas, los rezos y las palabras de su pueblo. Vamos a exponer brévemente parte de la historia del nacimiento de los elementos, puesto
que los relatos completos, cuando se transmiten oralmente, suelen durar unas
doce horas.
“Cuenta la tradición que en un principio el mundo estaba oscuro, todavía no existían la luna y las estrellas, y no había conocimiento. Hasta que un día, desde el otro lado del mar, llegaron a Haramara los dioses. Al principio todos ellos vivieron en el centro del mar, en la espuma: Takutsy Kiekary Makame, (el planeta tierra), Ekaitewari, (el viento), Mashacuaxi, (el Abuelo Cola de Venado), y Aiwaxuky, (el árbol del viento). Cuando llegó el tiempo del cambio en la tierra, del nacimiento de un nuevo mundo, buscaron que sus rostros fueran descubiertos, porque no se les podía ver, y nombraron a Tatei Arienaka, (la luna), para que con su brillo cubriera toda aquella extensión. Takutsy inventó un tejido hecho de cañas, para que todos ellos se sostuvieran flotando sobre las aguas. Una vez tejido éste tapete, puso sobre él lo más importante de la naturaleza, los animales y las plantas. Hicieron una travesía por el mar, porque querían encontrar un lugar seco, pero todo era agua. Al fin encontraron una roca blanca llamada Wassietemai. Este monolito es el primer objeto sólido del cosmos. Es la morada de Tatei Haramara, Sagrada Reina del mar, que se arroja contra él convirtiéndose en espuma. En Wassietemai se detuvieron y esperaron hasta que bajó el agua”.
“Cuenta la tradición que en un principio el mundo estaba oscuro, todavía no existían la luna y las estrellas, y no había conocimiento. Hasta que un día, desde el otro lado del mar, llegaron a Haramara los dioses. Al principio todos ellos vivieron en el centro del mar, en la espuma: Takutsy Kiekary Makame, (el planeta tierra), Ekaitewari, (el viento), Mashacuaxi, (el Abuelo Cola de Venado), y Aiwaxuky, (el árbol del viento). Cuando llegó el tiempo del cambio en la tierra, del nacimiento de un nuevo mundo, buscaron que sus rostros fueran descubiertos, porque no se les podía ver, y nombraron a Tatei Arienaka, (la luna), para que con su brillo cubriera toda aquella extensión. Takutsy inventó un tejido hecho de cañas, para que todos ellos se sostuvieran flotando sobre las aguas. Una vez tejido éste tapete, puso sobre él lo más importante de la naturaleza, los animales y las plantas. Hicieron una travesía por el mar, porque querían encontrar un lugar seco, pero todo era agua. Al fin encontraron una roca blanca llamada Wassietemai. Este monolito es el primer objeto sólido del cosmos. Es la morada de Tatei Haramara, Sagrada Reina del mar, que se arroja contra él convirtiéndose en espuma. En Wassietemai se detuvieron y esperaron hasta que bajó el agua”.
Los elementos
nacieron en éste lugar, que se encuentra en el Océano Pacífico. De allí salieron a tierra a recorrer
diferentes lugares, iniciaron su caminar buscando otros parajes para
residir en ellos y fueron señalando sus
moradas y lugares sagrados".
Los elementos
El pueblo wirrárika trata a los elementos como a parientes,
llamándoles, por ejemplo, Padre Sol, Madre Agua, Hermano Venado o Abuelo Fuego.
Hay varios tipos de elementos,
dependiendo del lugar que ocupan en su genealogía: Tatutsima son los abuelos
divinos, Takutsima, las abuelas divinas, Tateima, las sagradas madres,
Tamatsima, nuestros hermanos mayores, los espíritus que produjeron las
distintas regiones de la tierra, y se convirtieron en guardianes…
Elementos femeninos y masculinos
El pueblo wirrárika siente el universo compuesto por dos
inmensas fuerzas complementarias, pero claramente diferenciadas entre sí: los elementos
femeninos, y los masculinos.
La naturaleza de los elementos masculinos y su fuerza son
ardientes. No es posible jugar con ellos. Para alcanzar conocimiento
trascendente con su ayuda, es imprescindible tener pureza de intenciones y
sinceridad a un nivel profundo, dejar atrás toda idea, costumbre, deseo, o
atadura, “tener un corazón valiente”, continuar adelante “pase lo que pase”.
Los elementos masculinos actúan transformando e iluminando a la persona que
conecta con ellos, siempre que anteponga éste objetivo ante cualquier otro. Son
considerados peligrosos porque pueden
actuar de forma destructiva cuando se pretende utilizarlos simplemente para
obtener ventajas en la vida diaria, resistiendose a la vez a experimentar una
verdadera evolución personal.
Los elementos femeninos generalmente se asocian con aspectos
más maternales: el agua, el crecimiento, la fertilidad y la multiplicación de
plantas, animales y niños. El poder de los elementos femeninos es tan grande como el de
los masculinos, y se considera que “van antes” que ellos.
La clasificación de los elementos en femeninos y masculinos
es relativa. Algunos pueden ser a la vez femeninos y masculinos, como ocurre
con la triada Peyote-Venado-Maíz. Estos tres elementos son uno mismo, aunque el
Peyote y el Venado son masculinos, y el Maíz femenino. Otros elementos no
son femeninos ni masculinos, como la Estrella de la Mañana.
Los elementos masculinos
Los elementos masculinos
Los principales elementos masculinos son Tatewarí, Maspartsica y Nacalyá.
Tewarí Tutsí es el Abuelo Fuego. En épocas remotas, Tewarí ya existía. Se le llama abuelo, porque existe desde siempre. Habitualmente se le representa como un águila de dos cabezas, porque puede verlo todo: arriba y abajo, la superficie de la tierra y el inframundo.
Tewarí Tutsí es el Abuelo Fuego. En épocas remotas, Tewarí ya existía. Se le llama abuelo, porque existe desde siempre. Habitualmente se le representa como un águila de dos cabezas, porque puede verlo todo: arriba y abajo, la superficie de la tierra y el inframundo.
La vida wirrrárika gira alrededor del Abuelo Fuego. Cuando
los wirraritari toman decisiones, o quieren discutir asuntos importantes, lo
hacen frente al fuego. Los wirraritari hablan a Tewarí de sus asuntos
personales con confianza y respeto, y reciben sus mensajes y respuestas. Los
marakate son capaces de comunicarse con él con mayor profundidad, y lo
consideran su aliado.
Maspartsica
Maspartsica
El nombre común que los wirraritari dan al peyote es híkury. Se trata de un pequeño cactus redondo que crece al nivel del suelo en regiones desérticas. Contiene una treintena de alcaloides. El más activo de ellos, conocido como trimethocsi fenilethylamina, se ha sintetizado bajo el nombre de mescalina.
Los wirraritari recolectan el híkury en el desierto de Wirikuta, y prácticamente todos lo han consumido en alguna ocasión. Pueden tomarlo a cualquier edad, incluso desde la infancia, dependiendo de las señales recibidas. Cada wirrárika decide si quiere consumir híkury, así como la cantidad y el momento apropiados para comerlo. El aprendizaje con ésta planta puede continuar durante toda la vida y tomar diversos rumbos, según la idiosincrasia de cada individuo, porque “es un camino que no tiene fin”.
Tamaspasc es el corazón del Padre Sol, “Tenemos un solo corazón, porque el Padre Sol se convirtió en híkury y lo puso en el desierto para todos”. Tamaspasc es el arco iris.
El híkury es también el venado, Wamoubiery. Como venado, es fuerte y sutil.
Otro aspecto de Tamaspasc es Wahaury Wamoubiery, “la vela y la pluma”. Vela para ofrendar a los elementos lo que debe ser limpiado. Pluma para volar y conectar con el Cielo. Los cuernos de Tamaspasc se conectan con el águila, y ésta entrega su mensaje al Cielo. Los hombres son transformados por el híkury, y ellos a su vez, modifican el mundo, crean a los dioses.
Tacalya es el Padre Sol. El Abuelo Fuego y el Padre Sol son elementos distintos, y al mismo tiempo, diferentes etapas que coexisten en la evolución de un mismo ser. El Abuelo Fuego y el Padre Sol conversan con frecuencia. Tewarí es el padre de Tacalya. Tewarí y Tacalya tienen poderes asociados.
Nacimiento del Padre Sol
“Los elementos querían crear una luz que alumbrara a todos. Propusieron que fueran escogidos varios niños, para seleccionar uno que recibiera la inspiración divina y entregara a los otros seres la fuerza para la vida. Primero escogieron a los niños más hermosos y adornados. Los fueron arrojando a una hoguera con sus mejores vestidos, y los pequeños se iban convirtiendo en pájaros.
“Los elementos querían crear una luz que alumbrara a todos. Propusieron que fueran escogidos varios niños, para seleccionar uno que recibiera la inspiración divina y entregara a los otros seres la fuerza para la vida. Primero escogieron a los niños más hermosos y adornados. Los fueron arrojando a una hoguera con sus mejores vestidos, y los pequeños se iban convirtiendo en pájaros.
Como no hubo buenos
resultados, pidieron que fuera entregado como ofrenda a los dioses Tamatsi Xautarika,
un niño pobre e inválido. Sus padres aceptaron, y le entregaron, junto con su
hermano menor. El niño fue arrojado a la hoguera con su atuendo pobre, porque
era suficiente para cumplir el compromiso. Poco antes advirtió a los presentes
que no miraran cuando él saltara a la hoguera, porque podrían enfermarse. Al
arrojarse, salieron diferentes chispas, y los que no obedecieron su advertencia
contrajeron diversas enfermedades.
El niño se hundió, y
comenzó a caminar bajo tierra hacia el oriente, para aprender la sabiduría de
la creación. Sus familiares y los
elementos mayores y menores y caminaron detrás de él, formando una procesión
bajo la tierra. El niño cambió su nombre por el de Takalya, (nacimiento
del gran poder). Todos caminaron hasta llegar a Wakikritenie, la puerta del
lugar misterioso, la puerta de Wirikuta. Al llegar allí se reunieron para
adivinar el nombre con que deberían llamar al guardián universal que iba a
nacer, pero a ninguno se le ocurría. Takalya volvió a advertir que no le debían
mirar, pues mientras ocurría el misterio debían tener paciencia.
Takalya empezó a
manifestarse mediante un resplandor cerca de la madrugada. Un niño que jugaba
gritó “Tunauripa”, (el amanecer). Otro dijo: “Xui, Xui”, y se convirtió en
codorniz. A algunos les dio miedo y se fueron a esconder. Esos se convirtieron
en serpientes y lagartijas. Otros se pusieron a cantar, y se convirtieron en
pájaros. Uno miró de frente al sol, dijo “Tau, Tau”, (rayos luminosos), y se
transformó en pavo. Tau es el nombre común, (no sagrado), del Padre Sol.
Quedaron así fijados cinco puntos entre el amanecer y el mediodía, y otros
cinco entre el mediodía y el atardecer. Su hermano menor le dio el nombre de Taweshika.
Shika es el nombre de una cigarra grande, del sonido que emite, y del “sonido
del Padre Sol”, que pueden oir algunos chamanes.
Taweshika continuó
su camino y subió al cielo, elevándose por los cinco puntos que dejó señalados,
para reinar como sol. Entonces fueron nombrados los guardianes y los santos
patronos de cada pueblo, las deidades naturales y las deidades animales, que se
posicionaron en las direcciones de la tierra: sur, norte, oeste, este, espacio
y centro".
Los marakate, (plural de marakame), traspasan las barreras
entre el mundo de los seres humanos y el de los elementos y establecen vínculos
entre lo profano y lo sagrado, a través de los sueños, danza, música y canto.
Comunican con los elementos y transmiten a todo el pueblo información concreta,
consejos o conocimientos. Guían, protegen y acompañan a la comunidad en su vida
diaria. Pueden ser indistintamente hombres o mujeres. Algunos marakate son “hombres de conocimiento”, y otros son
“brujos”.
Los hombres de conocimiento no intentan cambiar la realidad que les rodea, sino que la aceptan y “la enfrentan”, adquiriendo así conocimiento y poder para entrar en la dimensión de lo sagrado. Enfrentar la realidad significa mantener en cada momento un comportamiento impecable, incluso a nivel de los sentimientos y pensamientos. “Si uno hace lo que debe, y no pide nada, los elementos hacen regalos”. Estos regalos se consideran inesperados y de mayor valor que todo que el marakame puediera pedir.
Los hombres de conocimiento no intentan cambiar la realidad que les rodea, sino que la aceptan y “la enfrentan”, adquiriendo así conocimiento y poder para entrar en la dimensión de lo sagrado. Enfrentar la realidad significa mantener en cada momento un comportamiento impecable, incluso a nivel de los sentimientos y pensamientos. “Si uno hace lo que debe, y no pide nada, los elementos hacen regalos”. Estos regalos se consideran inesperados y de mayor valor que todo que el marakame puediera pedir.
Los brujos
utilizan su poder para manejar la realidad como creen más conveniente. Pueden
conseguir mucho poder, pero según los hombres de conocimiento, en algún punto
de su camino quedan atrapados por sus deseos, sin poder avanzar y alcanzar
niveles superiores.
Cuando un marakame empieza a hacerse poderoso, su actividad
diaria o su mera presencia beneficia a quienes le rodean. Su
comportamiento suele interferir en las acciones de los brujos, por lo que
provoca miedos y envidias, y es atacado sin descanso.
La sociedad wirrárica no suele animar a sus miembros o
familiares a penetrar en éste ámbito. El iniciante se complica la vida y
complica la vida de los demás. Cualquier wirrárica que quiere seguir el camino
del chamanismo debe atreverse a cometer una serie de transgresiones frente a su
propia Costumbre: aprender cosas demasiado peligrosas, entrometerse en asuntos
reservados solo a los iniciados, asumir compromisos imposibles de cumplir, vivir
una experiencia simultánea de muerte y renacimiento…
Sin embargo los marakate no se pueden autodeterminar, pues
son elegidos por los elementos a través de sueños o de algún otro tipo de
señales. Un futuro marakame tiene predisposición a experimentar sueños en los
que entra en contacto con los elementos. Cuando tiene cinco o seis años, ya
recibe mensajes de ellos en sus sueños. Si va a convertirse en curandero,
comienzan a explicarle cómo puede curar a los enfermos. Si el marakame va a ser
cantador, en sus sueños puede oír y aprender los cantos
que escucha.
Cuando el marakame crece y alcanza su juventud, confirma su
destino al salir victorioso de duras pruebas, diferentes para cada uno, que
enfrentará solo. Algunos se convierten en Jicareros, y son guiados durante éste
proceso por el híkury. Otros siguen otros caminos.
La figura del marakame se utiliza generalmente como sinónimo
de cantador, curandero, jicarero o chamán. Todos ellos son marakate, aunque las
diferencias entre sus respectivas funciones pueden ser considerables.
OBJETOS SAGRADOS
Para comunicar con los diferentes espacios
que componen la dimensión de lo sagrado, los wirraritari lanzan sus mensajes a los elementos a través de diversos
objetos: discos sagrados, jícaras, flechas, plumas…
Algunos de éstos objetos poseen nierika,
es decir, son recipientes o espejos que reflejan en la tierra lo que sucede en
el cielo, y ayudan al espíritu del marakame a ver lo que ocurre entre los
elementos. Se consideran mirillas, a través de las cuales es posible contemplar
lo desconocido y acceder al conocimiento. A su vez los dioses contemplan a los
hombres través de ellos.
Los wirraritari fabrican una amplia variedad de objetos
llamados nierika, como Ojos de Dios, huecos específicos de las casas o de los
shiriki, trampas para cazar al venado, máscaras, o tablas votivas. Es posible
añadir nierika a las flechas de caza y a las flechas ceremoniales o a los
escudos frontales de tela que se usan como atuendo. Los espejos comerciales,
que permiten ver el rostro, la imagen, el corazón y los sentimientos
profundos, también son nierika.
Otra connotación de nierika es la capacidad de “ver” que
tienen algunos marakame, es decir, su poder para percibir la dimensión de lo
sagrado reflejada en el mundo cotidiano. En un sentido más amplio, nierika puede ser traducido como
uno de los cinco espíritus humanos, que tiene relación con la percepción.
Carl Lumholtz, León Diguet, y Robert M. Zing, reunieron las
primeras colecciones de lo que hoy puede llamarse el estilo clásico wirrárica,
que se encuentran hoy día en los museos de Nueva Cork, París y Berlín.
La producción wirrárica contemporanea es muy distinta de la
que se encuentra en éstos museos. A finales de la década de 1.960, el
“psicodélico” arte wirrárica experimentó un verdadero boom, y surgieron centros
de producción en Tepic, Zacatecas, Puerto Vallarta, Guadalajara, ciudad de
México y Monterrey. En ellos se produjeron los cuadros de
estambre.
La ejecución técnicamente correcta de estos cuadros requiere
una absoluta maestría. Sobre una tabla de madera, el artista extiende una capa
de cera de Campeche de medio milímetro de grosor, perfectamente uniforme. Sobre
ella ejecuta el cuadro, pegando hilo de algodón de colores, a modo de líneas de
lápiz y relleno de pintura. Si la capa de cera fuera demasiado gruesa, los
hilos se hundirían, y si fuera demasiado fina, se despegarían.
Pero la maestría no es la única faceta de los cuadros de
estambre. En el mundo del arte contemporáneo, éstos han alcanzado la categoría
de obras artísticas. Aunque el arte wirrarika, por pertenecer a la práctica
religiosa de un pueblo indígena, tiene dimensiones diferentes a las del arte
contemporáneo que normalmente se contempla en los museos o galerías, las obras
de los artistas wirraritari son aceptadas y reconocidas en esta escena del
arte.
Su aparición en éste ámbito planteó numerosas interrogantes
sobre la naturaleza de un arte chamánico. Expertos en la cultura wirrárika,
como Johanes Neurath y Juan Negrín, explicaron al mundo del arte que para
descifrar las peculiaridades del arte wirrárica, es necesario que los cuadros de
estambre no sean considerados como imágenes, sino como dioses.
Las obras de los wirraritari que no logran penetrar en el
universo de lo sagrado, se caracterizan por un “horor vacui”, producto del
frenesí ritual y de la repetición. Pero a pesar del evidente peligro de caer en
los estereotipos del mercado del arte, muchos artistas wirraritari han logrado trascenderlos,
y nos revelan visiones profundas sobre la esencia de lo bello y lo sublime.
Los wirraritari se caracterizan por haber sabido defender su
cultura ancestral de manera muy peculiar: habiendo mantenido desde el siglo XVI
hasta nuestros días una constante lucha
por sus tierras y la preservación de sus tradiciones, han evitado caer en un
afán de conservación que terminaría por petrificar su cultura. Por el
contrario, mantienen una tradición viva y dinámica, con formas de expresión
artística que ha desarrollado resultados sorprendentes, ya que su arte tiende a
la creación de lo nuevo y a la expresión de experiencias individuales.
A diferencia de los creadores que se inspiran en
estilos étnicos para recuperar una intuición estética que se supone perdida, o
incluso de los creadores del renacimiento, que recrearon el arte grecorromano,
el arte wirrárica preserva la antigüedad mexicana sin rupturas ideológicas y
trasciende la imitación de lo prehispánic, al mismo tiempo que se expresa con
un lenguaje contemporáneo.
No se trata de una semejanza experiencia formal o
estilística con el lenguaje prehispánico, sino que las imágenes son producto de
la búsqueda de visión que practica el artista. Aunque éstos cuadros por lo general no
se ofrendan en los lugares sagrados, su proceso de creación se
asemeja al que experimenta el aprendiz de un chamán para obtener nierika. Se
trata de una experiencia visionaria que se encuentra en el límite entre la
muerte y el renacimiento, y requiere un gran esfuerzo.
La” luz”, el “retoño”, no son algo dado, sino que requieren
una búsqueda continua por parte del artista, que logra crear un mundo con su
fuerza mágica visionaria. Sin éste esfuerzo, solo quedarían la oscuridad y el
caos.
En los cuadros de estambre no existe una diferencia entre
significado y significante. Para los wirraritari, arte no es “representación”. Los
artistas que han obtenido nierika van más allá del dualismo. Conocer a los
dioses, para los iniciados significa convertirse en ellos. Cada obra es un ente
poderoso con voluntad propia. Se trata de dioses que están creando el universo
en el momento mismo que se revelan en la obra.
UN ESTUDIO OBJETIVO RESPETUOSO Y PROFUNDO QUE CON SU LECTURA CONSIGUE TRANSPORTARONOS A UN MUDO MAJICO ESPIRITUAL Y REAL QUE QUIZAS NO ESTA TAN LEJOS COMO AVECES PARECE.
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